viernes, 3 de febrero de 2012

El grito más fuerte - Agua de azar



Jorge F. Hernández
(Publicado en Milenio 02-02-2012)

El grito más fuerte nace en el silencio de la desesperación y el desahucio.... quizá por eso un grupo de artistas tuvo a bien formar el Colectivo El Grito más Fuerte.

Lo saben los niños que se caen de sentón sobre la mera punta cóccix y lo recordamos quienes nos hemos topado de pronto, inesperada e insospechadamente, con la desagradable sorpresa que nos deja mudos: hablo del grito silencioso, inhalación de todo dolor, que antecede a la explosión de nuestras gargantas ya abiertas en cuello. El grito más fuerte nace en el silencio de la desesperación y el desahucio; suspensión eléctrica de todo lo que nos rodea, es un vado de tiempo, un vacío en el espacio… parecería que nos quedamos sin aliento y, de pronto, se rompe el aire con la voz ya rasgada del más grande dolor, una vocal que se eleva tanto dentro de nuestro pecho que parece que se rasga el telón de lo que llamaban alma y los párpados se constriñen como pinzas allí donde nace la nariz y los ojos se llenan de mar y absolutamente todo el Mundo se queda quieto y en silencio alrededor… hasta que alguien se acerca o siente cercano y se contagia y el grito que nació callado se vuelve plural, de inaudible se vuelve estentóreo.

Al día de hoy, México suma más de cincuenta mil muertes acaecidas durante los pasados cinco años, relacionadas directa o indirectamente con la mal-llamada Guerra contra el Narcotráfico y Crimen Organizado (que ya no se sabe si es políticamente correcto o incorrecto llamarla así) y con la vergonzosa desfachatez de no consignar nombres y apellidos, situación o circunstancia de la mayoría de las víctimas. A los cincuenta mil muertos, hay que sumar doce mil desaparecidos y más o menos ciento veinte mil personas desplazadas por la desesperación o el desahucio. En este entramado desolador y sangriento ha de haber incontables gritos que se contagian y que, al parecer, son inaudibles… quizá por eso un grupo de artistas, actores, actrices, cineastas y teatreros tuvieron a bien formar El Colectivo El Grito más Fuerte, sumarse a los justos reclamos y heroica indignación que encabeza Javier Sicilia y su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad… e intentar el difícil ejercicio de “ponerse En los Zapatos del Otro”.

No citaré los nombres de los famosos —precisamente porque el esfuerzo no radica en subrayar su protagonismo, carisma ni trayectorias—, mas sí me concentraré en celebrar los rostros de los familiares de las víctimas que aparecen en un video donde los actores y actrices dan voz, gesto y mirada a sus historias. Parece que no pocos mexicanos ya no somos capaces de compadecernos de la víctima que tenemos ante nuestros propios ojos y que sólo tomamos conciencia cuando esa víctima es interpretada en la pantalla chica o grande… de todas las muertas de Juárez no recordamos rostro ni nombres, a contrapelo de las actrices que han desfilado por reclamarles su esclarecimiento. Allí en el espejo, no somos capaces de ver nuestro propio rostro y quizá por eso resulta tan contundente que artistas conocidos y reconocidos hayan ofrecido sus voces y rostros para que todos podamos encarnar e intentar encarar el reto de ponernos en los zapatos del Otro.

En este país donde es tan común y popular dar gracias con el sombrero ajeno, resulta dramáticamente contrastante la cuasi nula capacidad que tenemos los mexicanos para ponernos en los zapatos de los Otros, imaginar que el lugar donde se halla el Otro es el mismo que ocupamos o podemos ocupar. Enfilados, punta con tacón, se hallan cincuenta mil pares de zapatos ya sin dueño; prosigue la línea con ciento mil pares de zapatos y doce o quince mil pares que prolongan como vía esa terrible cicatriz no del todo explicable, totalmente imperdonable… que muchos creen irremediable y que, en realidad, sólo podemos empezar a clarear con cada voz que se una a la indignación, cada voz que permita que el grito salga del silencio interior y se vuelva campanada.

Más de un centenar de artistas se han unido con el afán de luchar por hacernos entender a todos que lo que me pasó a uno no debe repetirse con otro; lo que me pasó a mí, no debe pasarte a ti… y lo hacen con la convencida creencia de que empiezan por la casa de cada quien, sumando barrios, multiplicado el afán en pueblos y ciudades hasta que se finque una diferencia, por lo menos una respuesta digna a los gritos de las víctimas y las demandas de sus famliares.

Faltan ciento cincuenta días para la elección presidencial en México y la larga fila de zapatos vacíos no es metáfora lacrimosa ni puesta en escena para el vacío. Se trata de un sinuoso sendero que hasta ahora ninguno de los aspirantes o suspirantes a la Presidencia de la República ha sabido reconocer o incorporar a sus urgentes propuestas. Por hoy, acorto los párrafos aquí… No sin antes subrayar la sana exhortación de ponernos en los zapatos de los demás: el mandamás y el poderoso, los que se creen siempre con la razón, los pretenciosos y pusilánimes… pero también familias que no han sufrido la tragedia de perder a un familiar, los hijos que no han caído en orfandad por la violencia y los padres que no se han quedado sin hijos por todo este enjambre enredado y deleznable que se atora en la garganta, absorbiendo el aliento sin que se escuche, a punto de oírse… el grito más grande que ha dado México, aunque con sólo escribirlo me es inevitable reconocer la tautología: todo lo que digo tiene como telón de fondo a los millones que no escuchan, los criminales que matan campantes, los policías y funcionarios corruptos que sólo gritan en las peleas de gallos, los millones de aficionados y enajenados que gritan ante las pantallas de la televisión o las páginas amarillas de los chismes. Tanto ruidero y tanto grito que parecería sana la humilde exhortación de que así como habrá que ponernos en los zapatos del Otro, no nos viene mal escuchar la soledad del silencio.

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