Todos podemos ser asesinos: Daniel Giménez Cacho

Daniel Giménez Cacho lleva a escena la obra "Misericordia", protagonizada por ocho mujeres que caminan juntas en la Caravana por la Paz

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jueves, 19 de julio de 2012

TODOS PODEMOS SER ASESINOS: DANIEL GIMÉNEZ CACHO

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Ira Franco
Fuente: Domingo, El Universal

Daniel Giménez Cacho me ofrece la mano y dice "Daniel", como si hiciera falta. Han pasado veinte años de que lo conozco y esta será la primera vez que hable con él. Vengo a entrevistarlo no como actor, sino como director de la reciente puesta en escena Misericordia, un texto del dramaturgo tijuanense Hugo Alfredo Hinojosa. Se trata de una obra enmarcada en el teatro social, protagonizada por ocho mujeres que caminan juntas en la Caravana por la Paz, organizada por el poeta Javier Sicilia: todas han perdido a un ser querido en las trincheras de la lucha contra el narcotráfico en este país.

Desesperadas de buscar sin encontrar, las mamás y las novias de los desaparecidos van descendiendo poco a poco hacia el abismo de los significados, menos políticos y más universales: ¿Qué es ser víctima o victimario? ¿Qué se hace con el sufrimiento? ¿A qué nivel nos eleva o nos hunde?

Antes de hablar de la obra, Daniel se presenta con esas manos que podrían contar con cada peca y con cada línea remarcada la historia de la vida cultural de este país en los últimos veinticinco años. No sé si empezar con una confesión: "Daniel, te tengo un poco de miedo, te he visto destrozar tantas veces a alguien con una mirada furtiva". En 2010, sin ir más lejos, fue el Capitán Ramírez en El Infierno de Luis Estrada, un personaje-metáfora de la desquiciada realidad mexicana; el representante del gobierno coludido con la mafia o el representante de la mafia gobernante coludida con el verdadero gobierno, qué sé yo… Lo cierto es que nadie en el cine mexicano tiene una sonrisa tan diabólica como Daniel, y al verlo bajar las escaleras de la tarima del teatro donde lo entrevisto, revive en mí esa sensación de sutil malignidad. Me quedo con mis pensamientos y le hago la primera pregunta:

—¿Misericordia es una obra política, con agenda definida?
—La obra no tiene una trama lineal ni precisa, pero sí te vas a encontrar con personajes que pertenecen a una Caravana por la Paz, haciendo una clara alusión al Movimiento por la Paz, pero tiene mucha libertad para entrar a terrenos de sueño o más inconscientes, es una obra que se atreve a hablar de cosas más delicadas: qué puede pasar cuando a ti te asesinan a tu pareja o a un hijo. Es un teatro directo, simple, que sucede allí. En este caso las actrices no salen de escena, todo lo que sucede descansa sobre su trabajo, sin escenografías complicadas. La dificultad aquí viene del tema doloroso y que la sociedad ha encontrado muchos mecanismos de defensa contra el dolor, contra la desgracia ajena… No tenemos la pretensión de que el teatro va a cambiar la realidad pero sí puede fomentar debate —me responde.

Misericordia es una obra de la Compañía Nacional de Teatro que se estrenó hace tres días en el Teatro Casa de la Paz, de la colonia Roma. Con la voz cantante de Julieta Egurrola —desde hace años identificada con causas políticas— las ocho actrices se propusieron llevar a escena el lamento de un país que se manifestó en su forma más aguda en aquella caravana organizada por el poeta Javier Sicilia, luego de que su hijo fue asesinado en abril de 2011: una de las 60 mil víctimas de la violencia durante los últimos seis años.

—¿Cómo fue trabajar como único hombre con ocho mujeres?
—Trabajar con ocho mujeres definitivamente cambia la atmósfera de un teatro, pero eso se parece mucho a lo que ocurre realmente en el Movimiento, donde hay hombres que están más cerca de su lado femenino. Es natural, cuando hablas de tragedias y amor a la vida, pues la madre es la que da la vida y ese punto de vista es muy importante. A mí siempre me ha gustado mucho, desde que nací tengo un hermano, pero sobre todo cuatro hermanas. Mis inicios en el teatro fueron por una mujer, salvo Juan José Gurrola que fue mi maestro. Llegué al teatro por una mujer. Me gusta, la verdad.


***

Teresa Rábago es una de estas ocho mujeres que ha estado bajo la batuta de Daniel Giménez Cacho en Misericordia. Y sobre su papel en la obra, ella me cuenta:

—No es la ausencia de la que tiene un hijo muerto, sino la posible presencia. Es un estado límite permanente, es Medea. Que seamos todas mujeres tiene todo que ver desde las suplicantes de Eurípides, desde las Madres de Plaza de Mayo. Son los hijos que han matado. Recuerdo que lo leí hincada (el guión), admirada por la capacidad de alguien que transforma su dolor en hechos creativos, como Javier Sicilia, por ejemplo. Admiro la trasmutación del dolor —me dice Teresa, integrante de la Compañía Nacional de Teatro y actriz en la película El lenguaje de los machetes, del director Kyzza Terrazas.

—¿Cuál es la consigna de trabajar en esta obra?
—En este particular trabajo no me interesa actuar en un personaje creado al detalle sino tener la sensibilidad para que a través de mí se comunique lo que a la sociedad le importa, lo que los mexicanos necesitamos escuchar. Yo rezo todos los días antes de salir al ensayo para que esto no me pase, porque interpreto a una mujer con un hijo desaparecido, pero si me pasara, quisiera que alguien hablara de mí, que no me olvidaran, que se hiciera justicia —me cuenta la actriz.

Teresa Rábago dice que la idea de una obra que reflejara el dolor de las mujeres buscando a sus desaparecidos fue de Julieta Egurrola, quien lleva un buen rato en la dinámica de las caravanas; Egurrola quería manifestar desde la teatralidad lo que estaba ocurriendo en el país. Después, el director Luis de Tavira pensó en la convocatoria y le hizo la invitación a Daniel Giménez Cacho. Teresa Rábago me cuenta que cuando le entregaron las primeras líneas del texto tuvo un profundo miedo: "Como si fuera un pensamiento mágico, entrar en ese cauce de energías me invitaba a convocar un estado emocional muy fuerte. No es lo mismo ponerse leer en el periódico que ponerse en los zapatos de alguien que ha perdido a un hijo. Pero el teatro es para mí la única ventana de que la gente se asome y se sienta convocado".


***

Por alguna razón, a Daniel lo buscan sobre todo para los villanos. Hay algo extraño en prestar tu cuerpo para que te odien, le comento, pensando en los infames personajes políticos de El Infierno (Estrada, 2010) y en Colosio: El asesinato (Bolado, 2012). Hay algo muy poderoso en ser siempre 'el malo'. Y allí es cuando su voz se vuelve enérgica, allí es cuando sus ojos me taladran: "Todos podemos ser absolutamente todo", me dice. "El primer villano que hice me parecía imposible. Me parecía la cosa más lejana, hace mucho, Bandidos (Estrada, 1990). Imagínate, ¡matábamos niños! Yo nunca lo había hecho, tenía la idea de que yo era muy buena persona, pero la verdad es que basta con atreverse, basta con no juzgarse y dejar esas categorías morales y entrar dentro de uno mismo. Eso es actuar, así en la maldad como en cualquier otra cosa. Pero lo que más me sorprendió es darme cuenta de que todos traemos todas esas cosas dentro y lo vamos cancelando, te vas contando la historia de que tú eres simpático o buena onda, o celoso, o inteligente. Nos vamos construyendo y cerrando las puertas a lo otro, pero en realidad podemos ser cualquier cosa", analiza Giménez Cacho. 

Quizá es la voluntad de ser y no la capacidad. Daniel está hablando de elegir, de la responsabilidad de esa elección. Quizá está hablando de ser libre. "No puede ser que como actor te niegues puedas representar a Hitler por tu impedimento moral… pero sí puedes decidir no estar en cierto tipo de proyectos por el contenido y el mensaje que manden…yo no hubiera hecho una película como La Cristiada, por ejemplo (una cinta protagonizada por Andy García y que fue financiada por la fraternidad católica masculina Los Caballeros de Colón, dedicada a reivindicar fe católica en el mundo). Tienen que ser cosas que superen los pleitos políticos y que sean documentos que uno pueda ver al paso de los años y estés o no de acuerdo con ellos tengan un punto de vista que ilustra o amplia la visión, porque de lo contrario vas sembrando pura basura, proyectos de fulano que te pagó para pegarle a aquél".

Y es justamente lo que Daniel no hace. Sembrar basura. Tampoco se puede decir que la tiene fácil: lo suyo es sembrar dudas. En el teatro al menos, la mayoría de las obras en que participa contienen preguntas sin respuesta, momentos en que el espectador no sabe qué partido tomar.  Un gran ejemplo de esto es la puesta en escena de Macbeth que se exhibe todo este mes en el Teatro El Milagro—imperdible—, donde Daniel trabaja al lado de su espejo creativo, Laura Almela, en una propuesta de escenificación experimental, totalmente distinta a lo esperado para un clásico de Shakespeare. En ella, los actores alternan de personaje o mejor dicho se desdoblan en puntos clave de la trama, recordándonos que todos podemos ser villanos o presas del pánico con un ligero viraje de la circunstancia. En su Macbeth, Laura y Daniel no usan ningún tipo de vestuario de época ni tienen grandes escenografías. Es un tipo de teatro contemporáneo que suele ser un poco exigente para el espectador, pero el único que saca el verdadero jugo al lenguaje teatral: "No hay escenografías, no hay personajes, pero al cabo de un rato empiezas a entender un cierto punto de vista del que te lo está contando. Me gusta porque hace que el teatro se exprese en todo su esplendor. Aquí se pueden hacer cosas que sólo el teatro puede hacer…decir 'estoy en el castillo' y pum, estoy ahí. Y puedo decir 'estoy con mi mamá, no la veo, pero la siento' y la actriz puede estar allí y yo puedo no verla. Son instantáneas que no puede hacer ni el cine ni ningún otro medio. Eso es lo que más me gusta, aprovechar el lenguaje y no estar compitiendo, como obras que quieren crear la ilusión y que entre una gran pirámide y cambiar el escenario con un plato giratorio. Para eso mejor voy al cine y listo".

***

El guionista de Misericordia es el dramaturgo Hugo Alfredo Hinojosa, ganador del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo en 2009 (entre otros) y merecedor más recientemente de una beca de residencia en el Royal Court Theatre de Londres. Giménez Cacho dice que el guión de Misericordia le gustó desde el principio.

—¿Qué fue lo que te atrajo?
—Me gustó muchísimo, es un texto que se atreve. Hugo Alfredo (Hinojosa) es de Tijuana y ha estado en contacto con este tipo de experiencias; pero en realidad me gustó porque se atrevió a cuestionarnos qué es este sufrimiento, qué rol ocupa esto de ser víctima o victimario, cuando te toca la etiqueta de víctima ¿eres un santo? o ¿cómo se vive?

—¿Y qué descubriste allí? 
—Que lo que para unos tiene respuesta en Dios como salvación, para otros es la comprobación de que Dios no existe, porque si existiera no permitiría semejantes atrocidades. El sufrimiento nos eleva de nuestra condición cotidiana y nos enfrenta a este tipo de preguntas profundas del espíritu. Te sales de la media indiferente,  rebasada por el cotidiano. Hay muchas cosas aquí que no tienen respuesta porque se trata del problema ancestral: cómo se enfrenta el ser humano al sufrimiento.

—¿Qué pasa en estos terrenos de la realidad donde los sicarios son casi unos niños, donde los sicarios también podrían ser considerados víctimas?
—Por supuesto, es un tema que también introdujo Javier Sicilia: qué tanto todo el ejército de sicarios jovencitos son también víctimas de un sistema que no ha sabido darles un lugar. Es innegable que el modelo social deja de dar ofertas y no sólo económicas. Ahora están tan decadentes los valores de nuestra sociedad que es mucho más chingón traer un arma y una troca del año y tener este poder, porque se ha degradado lo otro. Atacar eso se me hace mucho más importante a través de educación, cultura, deporte y trabajo, por supuesto.

—Hablando de victimizar, después de todas estas personas en que te has convertido, todos estos puntos de vista que has visitado, ¿crees que una persona dogmática puede ser actor, alguien muy apegado a sus creencias? 
— Creo que no. Estudiando algo sobre la violencia he visto que nos ha hecho mucho daño categorizar al mal como una cosa que está pasando "allá", lejos. Pensar "ese es el malo que agarró una pistola y mató al otro, es un marciano y yo no tengo nada que ver con él". Mentira. Todos podemos ser asesinos, depende de la situación en la que estemos. Verlo así te ayuda a ver el fenómeno de otro modo y a poderlo modificar, no te quedas con el 'ese es puto' o 'ese es sicario'. Eses es un tema de esta obra, también".

Por su parte, el dramaturgo Hugo Alfredo Hinojosa explica que aunque Misericordia proviene de un movimiento político específico y del requerimiento de las ocho actrices que tenían como base un texto del propio Sicilia, su obra es completamente independiente y está más sustentada en la relación de estas mujeres con el sufrimiento dentro de este instante histórico.

—No creo en las víctimas. Creo en situaciones de destino, de vida, todos hemos sido victimizados y victimarios alguna vez en la vida. Una cosa que tiene la obra es que yo rescato muchas cosas personales de mi madre por ejemplo, el personaje de Carol Mastache es mi mamá, hablando de la muerte de mi papá, hablando de mí; se trataba de confrontarme con una realidad muy personal. No creo que haya gente ni mala ni buena: siempre he dicho, si mi papá estuviera vivo a lo mejor yo ya estaría muerto, porque entonces yo hubiera sido un junior, con mi Pickup y ahorita ya me hubieran matado; habría importado más la circunstancia que si somos buenos o malos en un sentido maniqueo. De hecho hay una escena que le gusta mucho a Daniel en que las víctimas hablan de sí mismas pero denostándose, es decir 'nos tuvo que pasar esto para reaccionar'. De pronto de ser víctimas, se convierten en unas parcas, en vírgenes oscuras. 

Si bien Hugo Alfredo trató de alejarse de la política, sí hay una escena en que se lanzan parlamentos para contextualizar el momento histórico y hasta se habla de un muerto real, con nombre y apellido: Nepomuceno Moreno. Pero la dinámica de la obra hasta ahora ha sido muy particular: el dramaturgo asiste a casi todos los ensayos (algo muy raro en el teatro) y no para entrometerse como vigilante, sino para aprender de esta experiencia orgánica que fue escribir a partir de la necesidad de las ocho actrices de contar algo. Para Hugo Alfredo, Daniel está apostando por una dirección que pretende poner la estocada a un público que ante tantas noticias quizás se encuentre adormecido, anestesiado. 


***

Una vida poniéndose otras pieles hacen su barba canosa tenga sentido, aunque Daniel Giménez Cacho sólo tenga 51 años. Su cuerpo es fuerte aún, su andar y sus manos vigorosos como en un muchacho. Es como si su rol de director necesitara un traje más sabio y Daniel se lo pusiera cómodamente. Le pregunto directamente si después de tantas vidas él aún sabe quién es: "Por eso empecé a actuar. A mí me gustaba esto del teatro para tener la posibilidad de escapar de quién era yo, al principio decía 'prefiero ser esto, aquello, actuar con guiones' porque es que la vida no tiene guiones, entonces…¡es una chinga! Hay que estar improvisando las 24 horas. Ahora ya no es tanto así. Me ha ayudado el paso del tiempo claro, pero lo más importante es que tú mismo vayas adquiriendo el conocimiento y te vuelvas quien eres realmente". 

En ese momento culmina la entrevista: Daniel tiene que ir a marcar una escena que no ha quedado, para estas fechas el estreno estaba a la vuelta de la esquina. Se despide de mí y me pregunta mi nombre de nuevo. Lo veo partir y pienso en él como en un larguísimo y viejo rollo fotográfico —de esos que ya nadie usa— que va revelándose (y rebelándose) muy lentamente, por medio de químicos de efecto pausado. Creo que me gustará estar allí para ver el resultado final.



IRA FRANCO es una periodista totalmente ciega a las ecuaciones (pero no al drama): pasó la materia de Cálculo Diferencial en la preparatoria cuando presentó, en lugar del examen extraordinario, una pequeña obra de teatro; su profesor, un barcazo, la aprobó. Sus reportajes e historias han aparecido en las revistas "Vuelo", "T+L México", "Expansión" y en el portal "CNN México". También tiene una columna de cine en la revista "Chilango"

Misericordia

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Olga Harmony

Fuente: La Jornada

Algunos no simpatizamos con muchas actitudes de Javier Sicilia, aunque respetemos su dolor de padre. No nos gustan sus actitudes de Júpiter Tonante, las descalificaciones sin pruebas a políticos honestos y tampoco compartimos el espíritu cristiano con que besa lo mismo a la víctima que al victimario, o lo lleva a perdonar a Felipe Calderón en nombre de una sociedad que no lo hizo su vocero. Pero es indiscutible que encabeza un importante movimiento en que se logró dar nombre y cara a las víctimas de la espantosa violencia que sacude al país. Las denuncias de los deudos se escuchan –aunque no con la amplitud que sería deseable por la incuria de algunos medios– gracias a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad que llevó al Legislativo a promulgar la Ley de víctimas, vetada por Calderón, pero en vías de ser rescatada. Por todo ello es de celebrarse que el teatro cumpla con una de sus funciones, la de reflejar la realidad social para llamar a la reflexión.

También es de celebrarse que la Compañía Nacional de Teatro amplíe su repertorio convocando –en este caso fueron Luis de Tavira, Julieta Egurrola y quien dirige la obra, Daniel Giménez Cacho– a jóvenes dramaturgos poco conocidos para escenificar algún texto suyo. Por desgracia, la elección de Hugo Alfredo Hinojosa no resultó un acierto con Misericordia, obra que el autor comenta haber trabajado un mes en los ensayos con las actrices, ya que el joven dramaturgo tijuanense no tiene todavía la solidez necesaria para salir avante en este tipo de empeños. Hinojosa declara haberse inspirado en Esquilo, Eurípides y Carson McCormik, cuya influencia le queda grande y se advierte poco, además de haber recogido testimonios de las víctimas y sus deudos, pero la premura que se le impuso lo llevó incluso a autoplagiarse: Si estamos muertos ¿por qué no puedo ver a mi padre? dice el Periodista 1 en Iluminaciones VII, (Ver la revista Paso de Gato en su número de aniversario) Si estoy muerta ¿por qué no puedo ver a mi hijo? se pregunta Sofía. Esta es una pequeña muestra de que su oficio no se ha consolidado del todo, lo que se nota en casi todo el texto, con nombres mitológicos para algunos de sus personajes que poco o nada tienen que ver con lo que se narra.

Asimismo resulta muy difícil distinguir los momentos en que las mujeres están vivas y recorren el camino clamando justicia para sus muertos de aquellos en que aparecen muertas ellas mismas, por lo que la dramaturgia resulta caótica. Las escenas de la plagiada y su custodia resultan casi paródicas e impiden que una actriz talentosa como es Èrika de la Llave caiga en el estereotipo, y la realista escena final entre una madre y una hija parece pertenecer a otra obra, a no ser que se quiera diferenciar la cotidianidad de los tiempos felices de las catástrofes a que todos estamos expuestos por la violencia indiscriminada.

Daniel Giménez Cacho dirige, apoyado por la iluminación de Philippe Amand y los diseños, sonoro el de Rodrigo Espinosa y de movimiento corporal el de Lorena Glinz, a las ocho muy buenas actrices (Julieta Egurrola como Sofía, Rocío Leal como Penélope, Teresa Rábago como Erinia, Érika de la Llave como Casandra, Ana Ligia García como Helena, Gabriela Núñez como Fátima, Renata Ramos como Gaya y Carmen Mastache como Monserrat), con el único recurso de las sábanas que cubrían al inicio sus cuerpos yacentes. Las sábanas retorcidas se atan a un cuerpo y lo torturan, cubren cabezas de mujeres arrodilladas y posiblemente cautivas o envuelven los cuerpos por encima de la ropa –en vestuario de Estela Fagoaga– como para protegerlos del frío. En un momento dado las mujeres se agrupan como erinias alegóricas alrededor del cuerpo de Érika de la Llave –a la que se ha ubicado en las escenas del secuestro como partícipe de las organizaciones criminales– e intentan pegotearle papeles que pueden ser fotografías de sus muertos o reclamos justicieros.

A pesar de las fallas que se puedan encontrar al texto de Hugo Alfredo Hinojosa, hay virtudes que conviene destacar en esta producción de la CNT. En primer lugar, que se despida a Felipe Calderón mostrando en un escenario uno de los más graves daños que infligió al país, por lo que sería bueno que recorriera varias localidades y despertara las conciencias adormecidas.Y otra, netamente teatral, advertir que las actrices jóvenes no desmerecen ante las ya consagradas.



Presentarán la tercera edición del Festival de Pantomima, Clown y Circo

Foto: Notimex
IMAGEN DEL SEGUNDO FESTIVAL DE PANTOMIMA, CLOWN Y CIRCO PRESENTADO EN EL FARO DE MILPA ALTA.





Fuente: Milenio

México  • Múltiples elencos dedicados al arte circenses y a la mímica participarán en la tercera edición del Festival de Pantomima, Clown y Circo, que se realizará todos los fines de semana del 4 al 25 de agosto en la delegación de Milpa Alta.

El objetivo del festival es acercar una variada oferta cultural a los niños, niñas y familias de los pueblos originarios, de ahí, que se desarrollará en las plazas públicas y en la Fábrica de Artes y Oficios (FARO) de la zona, informó el periódico Capital Cultural de Vanguardia, de la Secretaría de Cultura capitalina.

De acuerdo con la fuente, en las anteriores ediciones del festival se ha logrado activar la economía local, la vinculación interinstitucional y la socialización entre la comunidad, así como a recuperar los espacios públicos.

Los elencos participantes comparten con el faro Milpa Alta la convicción de garantizar el acceso a la cultura en las comunidades de esta demarcación, a fin de fortalecer, reconocer y consolidar los derechos culturales.

En los espectáculos se difundirán los elementos técnicos, conceptuales y artísticos de la gente dedicada al arte circense, quienes tratarán de dignificar esta actividad en cada presentación. El programa incluirá además una serie de talleres, a cargo de Malcom Méndez, miembro de la compañía Teatro Frederik.

Dicho festival es organizado por la Secretaría de Cultura capitalina, a través del Faro Milpa Alta, en colaboración con la Delegación Milpa Alta, la Dirección General de Desarrollo Infantil del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) con su programa “Alas y raíces”, la Alianza Francesa en México, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Museo Soumaya.

domingo, 12 de febrero de 2012

Traición, obra canónica del siglo XX: Enrique Singer


El dramaturgo británico Harold Pinter no deja de rondar México, ahora mediante Traición, obra canónica que explora sombras humanas como la mentira, la simulación y el engaño entre una pareja y un amigo de ésta.

Todos nos reflejamos en esta obra porque tales comportamientos son parte de la condición humana, comentó Enrique Singer, quien dirige esta puesta que acaba de comenzar una temporada de tres meses en el teatro Helénico.

En la obra no se condena a nadie, pues son situaciones que suceden y que traen consecuencias. Es pertinente y necesario hablar de esto, como personas y como sociedad, dijo durante el anuncio.

Este montaje de la obra de Pinter (1930-2008), premio Nobel de Literatura 2005, es además traducida y producida por Daniel Pastor, y actuada por Marina de Tavira, Bruno Bichir, Juan Manuel Bernal y Miguel A. Loyo.

(Fuente: La Jornada)

martes, 31 de enero de 2012

Revista “Paso de gato” dedica publicación a Shakespeare



(Fuente Milenio)

Ciudad de México • Explicar cómo se ha llevado a escena la obra del escritor británico William Shakespeare, más que hablar de sus trabajos, es el objetivo del número más reciente de la revista especializada en el teatro “Paso de gato”.

Bajo el título “Shakespeare Reloaded”, el número 48 de la publicación mensual ha reunido para explicar el tema una selección de artículos de especialistas, periodistas y artistas del Reino Unido y de México, informó en entrevista el director de la revista, Jaime Chabaud.

Explicó que para este número se decidió abordar a Shakespeare (1564-1616) porque este año se llevarán a cabo los Juegos Olímpicos en Londres, en cuyo marco se realizarán las olimpiadas culturales, en las cuales se efectuará el “World Shakespeare Festival” 2012.

“William Shakespeare es el autor más conocido, el que todo mundo ha leído sin haberlo leído y es el más conocido hoy entre la juventud por las películas, que por las puestas en escenas que se han representado”, dijo el también dramaturgo.

Subrayó que el autor de piezas clásicas como “Macbeth”, “Hamlet”, “Romeo y Julieta” y “Enrique VIII”, por citas algunas, acabó con todos los temas, escribió todo lo que se tenía que hacer sobre el carácter humano, por lo cual en este número se trata no de sus obras sino de lo que ha pasado con ellas.

En las páginas del número 48 de la publicación mensual se encuentran artículos de especialistas, periodistas y artistas como el director Giles Ramsay y los críticos de teatro Matt Wolf y Kate Bassett, así como el actor Gareth Armstrong.

Otros son Alfredo Michel, Marco Antonio de la Parra, Martín Casillas y Ricardo Esquerra.
Dentro de las secciones de la revista se encuentra una entrevista con el dramaturgo Luis Mario Moncada, quien habla sobre “A soldier in Every Son: An Aztec Trilogy”, obra de su autoría basada en dramas históricos de Shakespeare.

Este proyecto, en una coproducción de la Royal Shakespeare Company y la Compañía Nacional de Teatro, se presentará en el World Skakespeare Festival del Reino Unido y luego se montará en México.

viernes, 27 de enero de 2012

Civilización

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Olga Harmony
(Publicado en La Jornada)

Tardíamente, por varias razones que no vienen al caso comentar, pude ver Civilización de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, muy conocido como LEGOM por sus iniciales, el niño terrible de su generación que a través de un lenguaje soez deja entrever muchos de los males en nuestro país. En el caso de la obra que comentamos, Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera 2006, el lenguaje grosero se ajusta perfectamente a las características de los dos personajes principales y a la confianza que se tienen por razones de parentesco.
En efecto, la grotesca trama se va desenvolviendo a la par de los enfrentamientos entre el empresario y su primo, el presidente municipal, ambos de alguna de esas bellísimas y sonrosadas ciudades del centro del país. Con el absurdo capricho del empresario que consiste en construir en el centro de la ciudad de cantera rosa un edificio de cristal de 20 pisos y las discusiones –que no emiten las posibilidades de cochupo para que el primo alcalde envíe al cabildo el proyecto–, se van dando paso las muy cínicas manifestaciones de lo que en muchos lugares del país significa edificar mediante transas, o incluso de manera recta y honorable. Todas estas discusiones se dan de manera muy cómica, incluso con un gran sesgo de farsa que hace reír al público, sobre todo cuando éste descubre momentos muy reales y no es de extrañar que en la función a la que asistí estuvieran arquitectos y estudiantes de arquitectura.
Iniciativas delirantes como la de que se utilice un vidrio que imite la cantera son emitidos por el empresario para armonizar con el entorno. Absurdos como que en los planos del edificio propuesto no existan las ventanas, que hacen necesaria la presencia de un ingeniero reconocido por su rectitud para que firme y enmiende el proyecto. El presidente municipal duda pero acepta las posibilidades de sobornos y lo mismo pasa con el ingeniero, aunque sus dudas son mayores y más largas. Todo un amasijo de corrupciones, cuyo final no revelaré –por principio deontológico profesional– concurren en estas discusiones que el alcalde emprende festivamente con diferentes bebidas, mientras el empresario no puede beber la enfermedad que se le adivina y según la cual no puede caminar. Texto y escenificación se dan muy ceñidos, quizás porque el dramaturgo y el director Alberto Lomnitz tengan cercanía gracias a su pertenencia a la Universidad Veracruzana.
Esto se puede observar en la manera en que el director enfrenta el racismo del empresario hacia el empleado indígena –al que llama por diferentes nombres de deidades precortesianas sin recordar el suyo verdadero– haciéndolo un sutil observador, capaz de tener siempre preparada la copita de tequila ante cada exabrupto de su patrón y quien inicia la escenificación prosternándose ante una escultura de Mictlantecuhti –debida a Héctor Pérez de Paso de Gato– colocado en un área de la propiedad del empresario. El posible próximo derrumbe de las ilusiones del viejo es escenificado metafóricamente por las muy seguidas goteras de su casa que tienen que ser recogidas en variados trastes en el suelo por el indígena vestido como mayordomo burgués con delantal a rayas, lo que es otro sugerente chiste del autor y del director de escena. Casi todo el peso de la escenificación recae en los dos actores principales. Héctor Bonilla, pleno de maliciosa gracia, actúa a un empresario no muy inteligente, pero tenaz en sus propósitos, al que dota de una muy verosímil enfermedad de las piernas. Igualmente gracioso en sus cambios de matiz, desde la exasperación hasta el contubernio, Juan Carlos Vives hace muy buen contraste con el veterano actor. Igualmente bien, en roles menores, Mauricio Isaac y Salvador Velázquez. Los diseños de escenografía son de Edyta Rsewska, de vestuario son de Estela Fagoaga, de iluminación son de Patricia Gutiérrez, de maquillaje son de Carlos Guízar y de escenofonía de Taniel Morales en este texto y este montaje que reivindican, gracias a la Dirección de Teatro de la UNAM encabezada por Enrique Singer, la vigencia del teatro político.

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